Anna lleva años recorriendo el mundo para documentar las realidades de personas refugiadas, migrantes y víctimas de crisis humanitarias. Su cámara se ha convertido en una herramienta de memoria y denuncia imprescindible.

"He estado fotografiando rescates en el mar Mediterráneo. Y no solo allí, sino que he estado trabajando en las rutas, en las fronteras, pero hay un momento que me di cuenta que normalmente hablamos de estos movimientos de población, de las migraciones, desde las fronteras, las rutas, desde situaciones de absoluta vulnerabilidad a aquellas personas que se ven obligadas a emprender estas huidas.

Y me doy cuenta que las imágenes que estamos generando muchas veces son utilizadas para fines absolutamente contrarios a los que muchas de nosotras queremos denunciar, básicamente, ¿no?. Entonces, sigo creyendo firmemente en el poder del fotoperiodismo, sigo creyendo que hay que seguir documentando las vulneraciones de derechos humanos que hay en las rutas, en las pateras, en las fronteras, en las vallas, pero sí que creo que no podemos limitar el discurso sobre los movimientos y procesos migratorios a esas imágenes. Son fácilmente manipulables y lo vemos prácticamente a diario", comenta Anna.

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