En los últimos meses, la sequía ha copado los titulares de los medios de comunicación, sobre todo en Catalunya, donde vivo. Para ello, las imágenes que se han acompañado para mostrar esta realidad se han realizado en el pantano de Sau. ¿Por qué este lugar? Debido a la poca agua que alberga, están saliendo a la superficie las ruinas del pueblo que hasta ahora, dormía bajo el agua.
De hecho, la curiosidad por esas ruinas ya me llevó allí en junio de 2022, cuando la comunidad científica empezó a alertar de la situación de falta de lluvias que iba a vivir Catalunya en el futuro más cercano. Aproveché aquella oportunidad para volver a usar una de mis cámaras favoritas, la Fujifilm GA645 Professional, de formato medio, que me permitiría hacer 15 fotografías en 6x4,5. Le cargué una película que no había tenido la oportunidad de probar hasta entonces, la Fujifilm Acros 100 II (después de ese día, se ha convertido en una de mis indispensables). Lo que encontré en Sau fue un montón de familias disfrutando de un día de ocio en el agua y practicando deporte. Entonces, apenas sobresalía la parte más alta de la torre de la ermita de Sant Romà de Sau.
Ahora, el ambiente es totalmente diferente. Con la bajada de reservas de agua, el color azul ha desaparecido del paisaje, y la pequeña iglesia ya se ve al completo, pudiendo acceder a sus alrededores caminando, algo impensable hace tan solo dos años. La práctica de deporte no es posible, y sobre el lecho vacío del pantano embarrado yacen el muelle y los patines de pedales. Como sabía que este nuevo escenario iba a sugerirme que hiciera más fotos, cambié a 35mm, y aproveché para probar la Fujifilm Acros 100 II en este formato, y las películas a color Fujifilm 200 y Fujifilm 400.
¿Por qué elegir fotografiar en color cuando había empezado este ejercicio en blanco y negro? Es un tema al que le dí muchas vueltas. Para mí, fotografiar en analógico es estar tomando decisiones continuamente. Cámara que me voy a llevar, iso que voy a escoger dependiendo de las condiciones de luz que vaya a encontrar en el lugar... Y esa fue la clave: me apetecía usar carretes de más sensibilidad, así que decidí echar en la mochila los carretes de Fujifilm 200 (que usé durante las horas centrales del día) y Fujifilm 400 (que puse ya antes del atardecer). El Fujifilm Acros 100 II me fue acompañando todo el día en otra cámara, aunque los mejores resultados los obtuve a mediodía.
Junto a la ermita, también han emergido los restos del pueblo: varias casas, un pequeño cementerio, un molino, los antiguos postes de la luz... Caminar por ese espacio antes sumergido y ahora vacío y agonizante, me impresionó mucho, y me hizo reflexionar sobre como el ser humano debería observar con preocupación este escenario que se abre ante nuestros ojos y que ya es una realidad.
Artículo redactado por la periodista y fotógrafa Nuria Cabrera.