La mayor parte de este nuevo crecimiento de información está siendo impulsada por datos no estructurados. El informe de mayo de 2022 de IDC llamado “Worldwide Global Storage Sphere Forecast, 2022-2026”, estima que para 2026, hasta el 60% de todos los datos empresariales serán inactivos y no estructurados. El creciente uso de la IA y el IoT hace que los datos se generen esencialmente en el “Edge”, antes de migrarlos de nuevo a un entorno de centro de datos más tradicional para realizar copias de seguridad y retención de archivos a largo plazo.
Las soluciones inteligentes de archivo activo basadas en cinta están pasando a primer plano a medida que las empresas se enfrentan al desafío de gestionar esta colosal cantidad de información a lo largo de su ciclo de vida.
Si nos centramos en el archivo, con demasiada frecuencia, las opciones existentes se presentan como un dilema entre distintas tecnologías de almacenamiento. Pero, en realidad, hay que tenerlas todas en cuenta para aprovechar al máximo el potencial de los datos en la era zettabyte.
La clave reside en crear un archivo activo que cuente con infraestructuras tecnológicas seguras y flexibles, adaptadas a las nuevas demandas de sostenibilidad para reducir su impacto medioambiental apoyándose en softwares inteligentes de gestión y archivo de datos compatibles con el almacenamiento en cinta. Eliminando los silos de datos aislados, vinculándolos entre sí para lograr una mayor eficiencia y una reducción de costes.
Un archivo activo es una solución de almacenamiento por niveles que brinda a los sistemas de TI acceso a los datos a través de un sistema de archivos común y unificado que recupera y coloca automáticamente esos datos en el nivel de almacenamiento adecuado según su uso. Como un todo.
Los archivos activos combinan varios tipos de almacenamiento, disco (SSD y/o HDD), cinta magnética (LTO y/o 3592), almacenamiento en la nube (pública, privada y/o híbrida) y distintas arquitecturas (sistemas de ficheros, almacenamiento de objetos) para que los datos se almacenen en la clase de almacenamiento más adecuada en función de consideraciones como la rapidez de acceso, seguridad, coste y escalabilidad. Permitiendo almacenar los datos con extensos periodos de retención en soportes más económicos y seguros, como la cinta. Buscando así la optimización de los recursos existentes.
El uso de los metadatos permite la rápida localización y acceso a los datos de un archivo activo, ante peticiones de recuperación/restauración, gracias al control y seguimiento riguroso de los datos alojados en copias primarias, secundarias y terciarias dentro del mismo sistema. Así se mantiene la accesibilidad en línea de cualquier archivo, independientemente de la tecnología utilizada para su almacenamiento o de su ubicación.
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