Considero que la fotografía analógica nos hace aceptar más la frustración, pero a la vez, es inspiradora y más fiable de lo que parece a simple vista. Escoger cámara y película antes de un viaje se ha convertido en un ritual muy personal que, entre otras cosas, me obliga a revisar la previsión meteorológica para elegir bien el carrete por su ISO. Y visto que las nubes iban a ser nuestras compañeras durante este viaje a Venecia en el mes de octubre, opté por elegir un carrete versátil y a color, el Fujifilm 400, que podría forzar a 800 si fuera necesario.
Al final no tuve que hacerlo, y los tres rollos que usé en Venecia están disparados a su ISO nominal, en una cámara réflex de los años 80 con tres objetivos fijos (28mm, 50mm, 100mm), que me permitieron disfrutar del viaje sin tener que preocuparme por los cambios de luz.
Venecia más allá de la postal
Es cierto que en nuestro imaginario colectivo, hemos visto Venecia a través de films, documentales y noticias (¿quien no recuerda a actrices y actores llegando en lancha durante el Festival de Cine?), y mucha gente la ha visitado ya, sea como yo, durante unos días fuera de temporada, o en Carnavales, o como ciudad de paso en un crucero. Todas esas experiencias, buenas y no tan buenas, hacen que tengamos una idea preconcebida antes de pisarla.
Tiene un atractivo turístico innegable. Resulta muy difícil volver sin haber realizado fotografías típicas de postal. Y aunque eso sea un elemento que pueda desanimar, yo me lo tomé como un reto para salir de las calles más transitadas y perderme por callejuelas y barrios menos turísticos: Calles tranquilas, canales estrechos con agua que apenas se movía, lanchas descansando frente a los pequeños muelles familiares… El paso del tiempo y los efectos de la humedad en las construcciones fue lo que más me llamó la atención de una ciudad que esconde humanidad y autenticidad.
De los tres rollos que disparé, unas 100 fotos en tres días, he realizado una pequeña selección en la que puede verse un poco de todo, aunque he priorizado escenas de la vida cotidiana. La protagonista principal es la ciudad desde varios ángulos, a la que se suma una atmósfera algo gris (la predicción atmosférica fue la acertada) que, traducida en los colores de esta película fotográfica, añaden una sensación de tiempo detenido y potencian la nostalgia con su grano fino y su forma de captar las texturas y la luz natural. Ideal para una ciudad como Venecia, ¿verdad?
Artículo redactado por Nuria Cabrera.